Si Atlético se hubiera colado en la casa de los espíritus, quizás hasta el espectro más revoltoso hubiese probado de su medicina. Ayer el "decano" cambió lectura, análisis y estudio por redención. Dejó atrás una pobre semana y se abocó a conquistar las tinieblas de un "diablo" sin cola y con menos astucia que humorista oxidado.
A decir verdad, Atlético se dedicó a exorcizar a un Independiente oscuro, parco de creatividad; a un Independiente demasiado blando donde no debe serlo. De 11 en cancha, "Rolfi", por portación de historia y ganas, y Diego Rodríguez, hombre de 14 manos, salvaron la ropa. El resto, al calabozo.
Pero la culpa de los males mayores de la visita no fueron por penas propias, nacieron de la inteligencia de un Atlético encomendado a desbordar con gente el medio, a asfixiar los espacios reducidos y a tocar la pelota a una velocidad cercana a la de la luz cuando una contra pedía permiso para salir a la pista.
Dicho y hecho. Martín Morel frotó su libro de toques clásicos, Lenci corrió hasta el hartazgo, "Pulguita" complicó estando y no en movimiento, y Galíndez y Acosta generaron el factor sorpresa por las bandas. Tal es así que "Mudo", un zurdo como la barba del "Che", le sacó jugo a un gran pase de Morel (previo recupero de Carabajal). Hizo pasar como bondi lleno a Vallés sobre el vértice diestro del área de Rodríguez, levantó la mirada y sacó un derechazo con rosca al otro palo. La red abrazaba el primer golazo de la noche.
Podrían haber sido muchos más los de Atlético hasta toparse con la genialidad que culminó Morel. Nuevo mérito de los hombres dueños del trabajo sucio. Romat cortó un ataque, soltó rápido el cuero para Acosta, que no fue ningún "Bebé", y éste tocó con "Pulguita". Llegó Lenci a la cita, hizo una pausa que fue una bocanada de aire fresco a la sorpresa, y dejó en soledad a un Morel que pescó el 2-0.
Restaba un tiempo. Estuvo de más, pese al descuento sobre el cierre de Pisano por el blooper de Lucchetti. Atlético ya había exorcizado al "Diablo" y enviado al cielo de la desgracia.
Lo bueno
Dejando de lado la desconcentración de Lucchetti al final, Atlético fue una topadora. Asfixió a Independiente y lo demolió con fútbol.
Lo malo
Sin haber cambiado esquema, el equipo se tiró atrás a esperar a un "diablo" que hasta la cola había perdido. Atlético cedió la iniciativa, aunque ello tampoco le costó demasiado.